Pompeya  y Herculano fueron dos ciudades de la Antigua Roma ubicadas, junto con  otros lugares más pequeños, en la región de Campania, cerca de la moderna ciudad de Nápoles y situados alrededor de la bahía del mismo nombre en la Ciudad metropolitana de Nápoles.
Fueron enterradas por la violenta erupción del Vesubio, el 24 de agosto del año 79, aunque hay pruebas que indican que pudo haber ocurrido más tarde, en otoño o invierno.​ A partir de los trabajos arqueológicos realizados en 2018, esta pudo ocurrir el 24 de octubre.​ Muchos de sus habitantes fallecieron debido al flujo piroclástico.
En el año 62​ un fuerte terremoto dañó seriamente la ciudad. ​ Según Tácito, «fue en gran parte destruida por un terremoto». ​ En el periodo subsiguiente se emprendieron trabajos de restauración que todavía no habían concluido cuando el Vesubio entró en erupción. Había templos y lugares públicos en ruinas y varias cuadrillas de obreros reparando desperfectos en casas privadas. Esta situación pudo deberse a que el terremoto del año 62 dejó, en efecto, la ciudad casi destruida o a los trabajos de reparación de los desperfectos debidos a los pequeños seísmos previos a la erupción. ​ Varios edificios conservan placas en honor a los ricos ciudadanos que ofrecieron su propio dinero para repararlos.
La fecha tradicional para la erupción y avalancha piroclástica que destruyó Pompeya, que aparece en el relato de Plinio el Joven, es el 24 de agosto de 79.  Sin embargo, esta fecha puede deberse a un error de transcripción durante la Edad Media, en la que había muchas posibilidades de que los números romanos fueran confundidos.​ Por tanto, algunos expertos opinan que en realidad tuvo lugar en otoño o invierno, dada la gran cantidad de frutos otoñales hallados entre las ruinas y el hallazgo de una moneda entre las que portaba una dama en su bolsa, cuya fecha de acuñación más temprana no debió ser anterior a septiembre de 79.​ De hecho, algunas excavaciones sugieren que ya había acabado la vendimia, la cual se realizaba en octubre.​ Algunos cuerpos también muestran túnicas y mantos gruesos, propios de un mes más frío, aunque no es un buen indicio de la estación del año.​
Herculano fue redescubierta en 1738 casualmente y Pompeya diez años después, en 1748, igualmente de manera casual. Herculano está parcialmente enterrada entre 20 y 28 m de profundidad en un manto de ceniza y material piroclástico y solo se ha descubierto un 4% de la urbe, mientras que Pompeya estaba bajo una capa de ceniza de 30 cm de profundidad promedio.
Como la ciudad de Herculano estaba más cerca del volcán que Pompeya, la alcanzó a una temperatura superior, por lo que las víctimas fueron reducidas al instante a esqueletos abrasados (en Pompeya, al contrario, la ceniza se endureció alrededor de los cuerpos que conservaron la carne, que al pudrirse dejaba la forma hueca; desde 1860 empezaron a rellenarse con yeso para crear los famosos moldes) Tanto Herculano como Pompeya fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto con otros yacimientos arqueológicos de la zona, en 1997.
Herculano
Herculano
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Pompeya
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